Leiber, Fritz FR1, Espadas contra la Muerte 

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Vamos hacia una ciudad. Y en esa ciudad hay innumerables casas de piedra, incontables
torres de piedra, calles pavimentadas con piedras, cúpulas, arcos, escaleras. Diantre, si
me siento entonces como me siento ahora, jamás me acercaré a más de un tiro de flecha
de las murallas de Lankhmar.
Su alto compañero sonrió.
 ¿Qué ocurre ahora, hombrecillo? No me digas que les tienes miedo a... los
terremotos.
3 - Casa de Ladrones
 ¿De qué sirve conocer el nombre de un cráneo? Uno nunca tendrá ocasión de
hablarle  dijo el ladrón gordo alzando la voz . Lo que me interesa es que tiene rubíes
por ojos.
 Sin embargo, aquí está escrito que se llama Ohmphal  replicó el ladrón de barba
negra con el tono más sosegado de quien ostenta autoridad.
 Déjame ver  dijo la osada moza pelirroja, inclinándose sobre su hombro.
Tenía que ser osada, pues desde tiempo inmemorial las mujeres tenían prohibida la
entrada en la Casa de Ladrones. Los tres leyeron a la vez los diminutos jeroglíficos.
OBJETO: el cráneo Ohmphal, del Maestro Ladrón Ohmphal, con grandes rubíes en los
ojos y un par de manos enjoyadas. HISTORIA DEL OBJETO: el cráneo de Ohmphal fue
robado del Gremio de los Ladrones por los sacerdotes de Votishal y colocado por ellos en
la cripta de su maldito templo. INSTRUCCIONES: es preciso recuperar el cráneo
Ohmphal a la primera oportunidad, de modo que se le pueda venerar como es debido en
el Sepulcro de los Ladrones. DIFICULTADES: la cerradura de la puerta que da acceso a
la cripta, tiene la reputación de resistir a las mañas de cualquier ladrón, por astuto que
sea, que intente forzarla. ADVERTENCIAS: se rumorea que dentro de la cripta hay una
bestia guardiana de terrible ferocidad.
 Estas enrevesadas letras son endiabladamente difíciles de leer  dijo la moza
pelirroja, frunciendo el ceño.
 Y no es de extrañar, puesto que fueron escritas siglos ha  dijo el ladrón barbinegro.
Entonces intervino el ladrón gordo.
 Nunca he oído hablar de un Sepulcro de los Ladrones, salvo el depósito de chatarra,
el incinerador y el Mar Interior.
 Los tiempos y las costumbres cambian  filosofó el de la barba negra . Períodos de
reverencia alternan con períodos de realismo.
 Por qué le llaman el cráneo Ohmphal?  inquirió el ladrón gordo . ¿Por qué no el
cráneo «de» Ohmphal?
El ladrón barbado se encogió de hombros.
 ¿Dónde has encontrado este pergamino?  le preguntó la moza pelirroja.
 Bajo el fondo falso de un mohoso baúl en nuestros almacenes  replicó.
 Por los dioses que no lo son  rió el ladrón gordo, absorto todavía en el examen del
pergamino , el Gremio de los Ladrones debía de ser supersticioso en aquellos tiempos
antiguos. Pensar en derrochar joyas para una simple calavera. Si alguna vez nos
hacemos con el Maestro Ohmphal, le veneraremos..., cambiando sus ojos de rubíes por
buenos dineros.
 ¡Eso es!  exclamó el ladrón de la barba . Precisamente quería hablarte de este
asunto, Fissif, de hacernos con Ohmphal.
 Bueno, pero hay... dificultades, como tú, Krovas, nuestro amo, seguramente debes
de saber  dijo el ladrón gordo, cambiando rápidamente de tono . Incluso hoy, tras el
correr de los siglos, los hombres se estremecen todavía cuando hablan de la cripta de
Votishal, con su cerradura y su bestia. No hay nadie en el Gremio de los Ladrones que
pueda...
 ¡Nadie en el Gremio de los Ladrones, eso es cierto!  le interrumpió con aspereza el
ladrón barbinegro . Pero  y aquí su voz bajó de tono hay quienes pueden fuera del
Gremio. ¿No has oído que hace poco ha regresado aquí, a Lankhmar, cierto bribón y
ratero conocido como el Ratonero Gris? ¿Y con él un bárbaro enorme que responde al
nombre de Fafhrd, pero a quien llaman a veces el Matador de la Bestia? Como bien
sabéis, aún tenemos una cuenta pendiente de saldar con ellos. Mataron a nuestro brujo,
Hristomilo. Esa pareja suele cazar a solas..., pero si los abordarais con esta sugerencia
tentadora...
 Pero señor  protestó el ladrón gordo , en ese caso exigirían por lo menos dos
tercios de los beneficios.
 ¡Exactamente!  dijo el ladrón de la barba, con un súbito acceso de frío humor. La
pelirroja comprendió lo que quería decir y se echó a reír . ¡Exactamente! Y esa es la
razón por la que te he elegido, Fissif, el más taimado de los traidores, para llevar a cabo
esta misión.
Habían transcurrido los diez días restantes del mes de la Serpiente y los primeros
quince días del mes del Búho desde la conversación de aquellos tres individuos. Y había
llegado la noche del decimoquinto día. Una fría niebla, como un sudario oscuro, envolvía
a la antigua y pétrea ciudad de Lankhmar, población principal del reino de Lankhmar.
Aquella noche la niebla se había entablado antes de lo habitual y fluía por las calles
serpenteantes y los callejones laberínticos. Y cada vez se hacía más espesa.
En una calle bastante estrecha y más silenciosa que el resto, llamada calle de la
Pacotilla, había una casa de piedra vasta y de forma irregular, con un ancho portal
iluminado por una antorcha cuadrada que vertía una luz amarillenta. Una sola puerta
abierta en una calle cuyas demás puertas estaban todas cerradas contra la oscuridad y la
humedad producía una sensación de mal augurio. La gente evitaba pasar de noche por
aquella calle. La casa tenía mala reputación. La gente decía que era la guarida le los
ladrones de Lankhmar, donde se reunían para urdir sus delitos y conferenciar y dirimir sus [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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