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árbol el papel no estaba allí; el viento debía haberlo traído durante la noche. No, esa noche no había
hecho viento; sencillamente, no lo había visto porque estaba demasiado oscuro.
Después de examinar la zona para asegurarse de que no había ningún peligro (al menos, ningún peligro
que fuera de gran tamaño; tendría que correr el riesgo de enfrentarse a los de menor talla), bajó del árbol
y se aproximó cautelosamente al papel. Ya había visto papel anteriormente y éste parecía inofensivo,
pero el hecho de que proviniera del Pájaro de Dios le daba la posibilidad de que acabara resultando algo
digno de temer.
El pedazo de papel tenía los lados arrancados y en él había tres desgarrones, pero Ras pudo leer la
mayor parte de lo que decía. En la parte superior había el número 24, y Ras supuso que sería el de la
página del libro al que había pertenecido.
¡El primero murió de neumonía! ¡El segundo se convirtió en un idiota! ¡O en algo tan inútil como un
idiota! ¡Qué desperdicio, qué tragedia! Todo mi dinero, mi tiempo, mis cavilaciones, mi desesperación y
mis tremendos esfuerzos, todo perdido, todo eso no ha servido de nada.
¡No, no es cierto! No he perdido totalmente el tiempo, pues he aprendido mucho. Tras haberme visto
sumergido durante mucho tiempo en la más negra desesperación, estando casi a punto de rendirme,
aunque nunca del todo, he acabado recobrando el ánimo. El mismo valor y perseverancia que me
permitieron pasar de mi estado de inmigrante sin un centavo que llegó a Norteamérica en los peores
momentos de la depresión al de ser una de las mayores fortunas de Sudáfrica, hacen que ahora no
abandone mi proyecto, algo que me ha sido tan querido durante tantos años, algo que no sólo es
importante para mí sino para el mundo entero, el mundo que se habría quedado horrorizado si hubiera
sabido de él pero que algún día me rendir honores por esto.
Por fortuna, el segundo fracaso tenía un hermano más joven, nacido seis años después, y con sólo tres
meses de edad cuando empecé a hacer mis nuevos planes. Esta vez hice los arreglos para conseguirle a
través de unos canales totalmente distintos, dado que los agentes anteriores habían intentando
chantajearme. Pagaron por sus errores. Me aseguré de que no volverían a intentar semejante traición ni
conmigo ni con nadie más. Las noticias de lo que habían hecho se difundieron por todas partes, y así
pude estaráseguro de que nadie volvería a probar suerte con ese truco repugnante.
El pobre de Ras no comprendió gran cosa de lo escrito en el papel. Había muchas palabras que no
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había visto anteriormente. Neumonía, tragedia, dinero, inmigrante sin un centavo, Norteamérica,
Sudáfrica, y muchas más. Quizá Yusufu pudiera explicarle sus significados.
Dobló la hoja de papel y la guardó en su bolsa de piel de antílope. Tras haber terminado el mono arrojó
los huesos al suelo y después bajó del árbol para seguir buscando. Cuando llegó el mediodía no había
logrado encontrar nada. No había ni rastro del ángel de cabellos amarillos o del pájaro de alas rígidas,
que debería haber caído cerca del Pájaro de Dios cuando éste se había incendiado.
Regresó a donde estaba el Pájaro muerto. Las llamas ya se habían apagado hacía mucho y tanto las
cenizas como los huesos estaban fríos. Tocó varias partes del Pájaro y se llevó una gran sorpresa. Así
que el Pájaro tenía los huesos hechos con la misma sustancia que su cuchillo... Después de pensar un
poco en el asunto quedó convencido de que un pájaro hecho por Igziyabher tanto podía tener los huesos
hechos de metal como de hueso. Después de todo, era Igziyabher quien había hecho su cuchillo. Según
Mariyam, el cuchillo apareció después de que el rayo cayera en el suelo. Igziyabher dominaba el metal y
era él quien había creado este Pájaro, así que, ¿por qué no podía darle al Pájaro huesos metálicos? ¿Y
por qué no podía hacerlo totalmente metálico, pues era evidente que el Pájaro no tenía carne y, de
hecho, era todo huesos?
Fue entonces cuando Ras empezó a preguntarse si Igziyabher no habría estado experimentando cuando
hizo las primeras criaturas y, después de habérselo pensado un poco, no acabó decidiendo que las
criaturas hechas todas de hueso eran superiores a las de carne y hueso. Quizá. Pero, desde el punto de
vista de la propia criatura, la carne era superior. ¿Qué podía sentir una criatura que fuera toda huesos?
Mientras examinaba los restos del Pájaro oyó un ruido lejano. Durante unos pocos segundos Ras se
agazapó, lleno de miedo y asombro. ¡Se acercaba otro Pájaro!
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