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La oscuridad envolvía aún la nave que avanzaba cautelosamente por sus generadas
tinieblas. Gordon se dirigió hacia popa.
Durante aquellos últimos días había localizado el lugar de donde producía el zumbido
de los generadores de oscuridad, que se encontraban a popa de la cubierta inferior. Se
dirigió apresuradamente hacia este lugar.
En el corredor no había nadie. Durante el oscurecimiento toda la tripulación, hombres y
oficiales, estaba ocupada. Gordon llegó al extremo del corredor. Bajó precipitadamente la
escalera y al encontrar las puertas abiertas se asomó a la sala de generadores. Los
oficiales estaban de pie delante de los instrumentos de control, los hombres vigilaban las
esferas e indicadores de la poderosa máquina de energía. Al entrar Gordon por la puerta
un oficial lo miró con curiosidad, pero su uniforme y su casco lo tranquilizaron.
"Desde luego se dijo Gordon , el hombre que he matado hubiera regresado aquí
después de habernos encerrado."
Se encontraba ya cerca del fuerte zumbido de los generadores que estaban en la
primera de las salas de máquinas. La puerta de la sala de oscurecimiento estaba también
abierta.
Gordon sacó la pistola y avanzó hacia la puerta. A un lado vio unos gigantescos tubos
de vacío que latían con un resplandor blanco.
En la sala había dos oficiales y cuatro hombres. Uno de los oficiales del cuadro de
mandos se volvió para decir algo a uno de los hombres y vio el rostro sombrío de Gordon
en el umbral.
¡Zarth Arn! gritó en el acto, haciendo el gesto de sacar su pistola . ¡Atención!
Gordon apretó el gatillo. Era la primera vez que utilizaba aquella arma y su ignorancia
lo traicionó.
Apuntó cuidadosamente hacia los tubos de vacío pero la pistola tuvo una reacción
hacia arriba. El proyectil explosivo dio en el techo. Gordon se agachó rápidamente "A ver
el oficial hacer fuego contra él y la bala dio en el marco de la puerta, incendiándola en el
acto.
¡Alarma general! gritaba el oficial . ¡Que...!
Gordon hizo nuevamente fuego, manteniendo esta vez el cañón bien firme y los
proyectiles atómicos estallaron entre los gigantescos tubos. Las llamas eléctricas se
multiplicaron por toda la sala de oscurecimiento. Dos hombres y un oficial lanzaron
horrendos gritos al incendiarse despidiendo llamas violeta. El oficial de la pistola se
agitaba de una manera furibunda. Gordon, sin vacilar, lo derribó de otro disparo. Después
hizo de nuevo fuego contra el gran generador.
El proyectil sólo consiguió fundir el metal, pero el incendio de los tubos de vacío había
convertido la sala en un infierno. Los dos hombres habían caído despidiendo llamas
violeta.
Gordon había vuelto a salir al corredor y lanzó un grito de júbilo al ver las tinieblas que
habían envuelto la nave iluminarse y ser reemplazada por una bóveda de brillantes
estrellas.
¡La oscuridad ha cesado! aulló una voz en una de las cubiertas superiores.
Se oían timbres que sonaban furiosamente. Gordon oyó un ruido de pasos que bajaban
las escaleras precipitándose alocados hacia la sala de oscurecimiento que acababa de
destruir.
Capítulo XVII
CATÁSTROFE EN LA NEBULOSA
Gordon vio una docena de soldados de la Liga aparecer en el extremo del corredor.
Sabía que su misión había terminado, pero descargó ferozmente la pistola contra el
grupo. Los proyectiles hicieron blanco y algunos hombres cayeron, pero los demás se
arrojaron sobre él como lobos hambrientos. Y la pistola estaba inerte en su mano, la carga
agotada.
Y entonces ocurrió lo inevitable. Todo el Dendra fue sacudido violentamente y se oyó
un choque espantoso. El espacio entero parecía iluminado por una gigantesca llama.
¡Una nave imperial nos ha descubierto y hace fuego contra nosotros! gritó una voz
. ¡Estamos tocados!
Las planchas del casco seguían dislocándose con un ruido siniestro y se oía el agudo
silbido del aire que se escapaba de la nave. Después se oyó el ruido característico de las
mamparas automáticas que se cerraban. El corredor en que se hallaba Gordon quedó
separado de sus enemigos.
¡Zafarrancho de combate! ¡Trajes del espacio! rugió la voz de Durk Undis a través
de todos los alta voces de la nave . ¡Estamos gravemente tocados pero tenemos que
luchar con esta nave imperial!
Los timbres de alarma tocaban, el barullo era espantoso. Gordon sintió la nave sufrir
una fuerte sacudida, pero no era más que el retroceso de sus cañones atómicos. Vio
algunos puntos luminosos aparecer y desaparecer en el espacio.
¡Un duelo en el espacio! Su sabotaje del sistema oscurecedor había puesto el Dendra
al alcance de la nave Imperial que había querido evitar. El crucero había abierto
inmediatamente el fuego.
¡Lianna!... pensó dolorosamente Gordon . ¡Si ha sido herida...!
Dio la vuelta y subió precipitadamente la escalera que llevaba a la cubierta media.
Lianna se precipitó corriendo a su encuentro. Estaba pálida, pero no parecía asustada.
¡En este cajón hay trajes del espacio! ¡Pronto, pronto, Zarth, podemos ser
alcanzados de un momento a otro!
La muchacha había conservado suficientemente la cabeza para encontrar uno de
aquellos depósitos de trajes del espacio diseminados en lugares estratégicos de la nave.
Entraron en el camarote y se vistieron rápidamente los trajes de seguridad. Eran de lona
metálica endurecida, con cascos esféricos de cristalina, cuyos oxigenadores se ponían
automáticamente en marcha en cuanto se cerraban. Lianna habló y Gordon oyó
normalmente su palabra gracias a los dispositivos de radio de onda corta instalados en
cada casco.
¡El crucero del Imperio va a hacer pedazos esta nave, ahora que no puede ocultarse
ya! le gritó.
Gordon estaba maravillado por la escena que veía a través de las ventanas. El Dendra,
maniobrando a toda velocidad para evitar el radar de la otra nave, soltaba sin
discontinuidad sus disparos atómicos liberando los rayos subespectrales a presión, que
avanzaban a varias veces la velocidad de la luz.
Los puntos brillantes seguían apareciendo y desapareciendo en el espacio. Tan
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